Una historia

“Las mujeres no quieren reproducirse porque hacerlo significa dejar de vivir para dedicarse a criar.”

“…el «felicismo» La felicidad per cápita”

“Siquiera a imaginar deberíamos atrevernos.”

“…apropiarse de una idea y salir cabalgando sobre ella lanza en ristre confiada en que, cualquier fuera el resultado, el esfuerzo valía la pena”

Gioconda Belli en “El país de las mujeres”

Era abril del 2014, todas estas frases revoloteaban en mi pecho una y otra vez, pensando en que otras mujeres debían leerlas, para luego me contaran su opinión y saber si ellas quieren lanzarse a aventuras como las que cuenta Gioconda Belli en su libro el País de las Mujeres. Fue así como le escribí a mi amiga Lu, sobre que debíamos leer juntas y e invitar a más mujeres. Lu tenía la misma idea.

Era un sábado de reunión del club Lectores Chapines, charlábamos sobre un libro junto a su autor, quien nos visitaba. Por cuestiones de los hados, nos sentamos juntas en una esquina Stephie, Cristina y yo; mientras los hombres discutían, nosotras empezamos a hablar, como si nos conociéramos desde hace mucho. A Stephie la conocía de vista y a Cristina era la primera vez que la veía, estaba con su  hija Maria René, aún bebé. Sin embargo, rápidamente confluimos y llegamos a la idea de querer leer a mujeres, de saber qué dicen las filósofas, conocer qué mujeres existen o existieron junto a esos grandes autores de libros y teorías clásicas, ¡saber sobre las letras de las mujeres!, fue así como sin mucha complicación decidimos reunirnos y leer libros escritos por mujeres.

– ¡¡Lu!! Ya conseguí a dos mujeres más para nuestro grupo de lectura -, le escribí por chat, pues ese sábado Lu no llegó al club de Lectores Chapines. Y así fue como empezamos a empezar con Eva. Algunas reuniones después se nos unieron Jessica y Silvia, que también forman parte de Lectores Chapines.

Quedamos de reunirnos en la casa de alguna de nosotras para estar en confianza; así fue como nos reunimos por primera vez en la casa de Lu. Recuerdo que esa primera reunión fue muy íntima, sentimos la libertad de aportar lo que desde nuestra experiencia. Comimos, bebimos vino (el cual se ha vuelto ya tradición), platicamos y nos conocimos un poco.

En nuestra primera reunión, decidimos leer un libro por mes, el único requisito es que sea escrito por una mujer.

Lidia, mayo 2015.

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