Cristina,  Habitación propia

Recordando a Meursault

Te quieros absurdos que son sexo sin intimidad
Las manos que se entrelazaron sin llamas eternas
escribían una ecuación en la pierna
que ignoraba su intensidad


Pensé en las noches desnudas que me habitó
en los poemas, las risas, el romance, la pasión
Él también era un Meursault de corazón
que viendo las estrellas nunca me amó

Se burlan los fantasmas de mis encantos
Dicen que tengo ojos de amor
El presente aleja a los espantos
y mi cuerpo nunca ve el reloj

Tal vez, la extranjera, soy yo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

66 − = 60