Habitación propia,  Lidia

ArtEnea sin su Zeus

He querido escribir esto desde hace tiempo, sé exactamente lo que escribiré porque lo he pensado una y otra vez, cada día, cada mes y hoy que se cumple un año de su partida, al fin lo estoy haciendo.

De niña descubrí el libro ¡Por todos los dioses! y me encantó, realmente me fascinó la idea de dioses y sobre todo de diosas, deidades muy poderosas capaces de fulminar humanos así como de salvarlos y hacerlos héroes. Después de este libro, me involucré en el mundo, cielo e infierno de la mitología griega y así me identifiqué con Artemisa y Atenea y tomé el nickname de ArtEnea.

Décadas después, me he vuelto a encontrar con otro libro genial: Las diosas de cada mujer, de Jean Shinoda Bolen. En este libro, las siete diosas del Olimpo son arquetipos de las mujeres; mientras más complejas somos tenemos varias diosas activas en nosotras, así de nuevo me vi reflejada en Artemisa y Atenea.

Artemisa es la diosa de la caza y la luna; es hermana y rival; personifica la mujer independiente, es una diosa virgen que no deja que la seduzcan o violen.  Este arquetipo representa a la mujer que se siente completa por sí misma, sin necesitar a un hombre; es feminista, independiente y autónoma respecto a los hombres. Artemisa se propone metas concretas y compite para lograrlas, cultiva la soledad, ama la naturaleza y defiende a otros.

Mientras leía el capítulo de Artemisa pensaba: ¡esa soy yo! y me gusté. Justamente Artemisa es una diosa feliz de ser lo que es y de lo que ha logrado. Su madre y padre son importantes en sus vidas, a menudo recurre por la ayuda de su madre Latona y para triunfar acude por la aprobación y ayuda de su grandioso padre Zeus.

Atenea es la diosa de la sabiduría, estratega y la hija del padre, también es una diosa virgen. Atenea fue la mano derecha de su padre, la única diosa en que Zeus confió su rayo, su poder.  Atenea suele rodearse de hombres poderosos e inteligentes.

Para Artemisa, su padre Zeus le proveyó los dones que ella pidió para ser y hacer lo que deseaba. El apoyo de Zeus a Atenea permitió que ella se desarrollara completamente;  esto me hace recordar todas las veces que mi papá me apoyó con mis decisiones de vida aunque no le gustaran todas; me apoyó cuando decidí ser maestra, cuando decidí dejar una beca en la Universidad Landivar e irme a la Del Valle para estudiar Ciencias de la Computación, me apoyó aún cuando decidí no dedicarme a los sistemas sino a Tecnología Educativa, me dio la idea de mi primer piercing aunque el de la ceja ya no le gustó; sé que muchas de mis decisiones no fueron tan fáciles para él, pero siempre las respetó; y ese carácter duro que tenía, fue mi oportunidad para fortalecer mi propio carácter y ser la mujer que hoy soy. Siempre me identifiqué mucho con mi papá, creo que lograba entenderlo y la vida me dio la oportunidad de tener una relación cercana con él y conocerlo no solo como mi papá sino como ser humano. Su vida fue ejemplo para mí, aprendí de él grandes y pequeñas cosas; viviendo sola con él, descubrí a Bob Marley con un cd pirata que él tenía y desde entonces escucho reggae; recuerdo que pasamos varias tardes oyendo su música:  Adacadabra, los Irancundos, una colección de tres cds que se llama “Lo que vino de España”, todas las canciones iban acompañadas de sus historias y aventuras que vivió, también escuchábamos los boleros que le recordaban con tristeza a su mamá.

Además de contarme sus historias, me daba ideas, así un sábado en la tarde platicando enfrente de la casa donde vivíamos, me dijo que comprara un apartamento y que me fuera a vivir sola, esas palabras fueron como una semilla que germinó unos cinco años después cuando decidí irme de casa a vivir en un espacio solo para mi, sin intenciones de casarme. Tal como una Artemisa, sin creer en el matrimonio ni tener la necesidad de los hijos.

La influencia de mi papá es una constante para mí; en mi estilo de vida, en la fuerza con que tomo decisiones de vida, en mis retos y en los aspectos que quiero mejorar, ¡ojalá fuera tan ordenada para manejar el dinero como él lo fue!

La vida me permitió tener a mi papá 33 años, en los cuales nos peleamos, nos enojamos, lo escuché, le grité un par de veces, nos pedimos perdón y nos dijimos cuánto nos queríamos. Viajamos juntos por las playas de Costa Rica.

Varias veces tuve que encontrar las fuerzas para enfrentarme a él, lo veía tan fuerte y seguro que yo debía ser igual para poder hablarle y defender mis decisiones, lo acompañé en su enfermedad, lo cuidé. Sé que mis éxitos han sido porque he tenido el respaldo incondicional de mi madre y tuve el apoyo y respeto de mi papá.

Hoy hace un año, mi papá murió, un golpe duro para mi vida. Con sentimientos encontrados llegó su muerte; durante su enfermedad me dolía tanto verlo deteriorado, ya no era aquel hombre fuerte que siempre había sido, yo quería que dejara de sufrir aún sabiendo que su ausencia sería un vacío en mí para siempre. Sabía que el momento de su muerte llegaría y aún así es algo con lo que he tenido que tratar cada día desde hace un año, a veces me cuesta creer que ya no está, a veces lo lloro y a veces recuerdo pequeños detalles como el bistec con frijolitos que me cocinó de cena un fin de semana cuando vivíamos en Costa Rica.

Su ausencia es otra constante en mi vida, sin saber bien cómo la estoy manejando, me doy la libertad de llorarlo cuando lo siento necesario, me río también recordándolo y sobre todo le agradezco todo lo que hizo por mi consciente e inconscientemente, porque su influencia, su presencia y su ausencia ha formado parte de la mujer que hoy soy.

Sé que no dejaré de extrañarlo, sé que soy una ArtEnea sin su Zeus.

“Nadie que ama muere jamás” G. Belli

En otras vidas, nos volveremos a ver.

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