Estás desnuda dentro de una bañera blanca. Tu piel parece haber caducado y sobre tu hombro cae un mechón blanco. Tus pies son una extraña caricatura del pasado y lo palpas: nadie ha regado tus pechos durante mucho tiempo. Han pasado 40 años.
De repente te abrazas, te hueles. Cierras los ojos buscando tus huesos jóvenes pero encuentras una sospecha: aún eres libre dentro de tu traje. Sí, aún eres feliz.
Thérèse Clerc es la bañera blanca, y conversar con ella tiene ciertos efectos.
Esta activista francesa de 86 años está en Barcelona con motivo de la Muestra Internacional de Films de Mujeres. La joven cineasta Adèle Tulli la acompaña: ha rodado un documental sobre su figura titulado Menopause Rebel.
A Thèrese le gusta que la conozcan así, como “la menopáusica rebelde”, pero el mote le quita importancia. Thérèse tiene el poder de viajar al futuro, pero sólo al futuro de las mujeres.
A lo largo de su vida lo ha conseguido dos veces. La primera fue en mayo de 1968.